viernes, 14 de octubre de 2011

Lograr la fuerza interior


¿Cómo conseguir, pues, esa confianza, esa fuerza interior? Hay varias maneras. Es decir, se trata en realidad de una sola manera, pero existen varias formas de enfocar esa única manera.
Tomemos, por ejemplo, la vía religiosa. Dios es la fuen­te, la raíz, el centro de todo lo que está existiendo, es el centro actual, la potencia actual de todo cuanto está exis­tiendo. Si tratamos de entender qué quiere decir que Dios es la Potencia Absoluta, única, nos daremos cuenta de que esta Potencia Absoluta nos incluye a nosotros mismos. Porque uno, tanto si es importante como si no lo soy, está dentro del Absoluto, no puede estar aparte. Por lo tanto, toda forma de potencia, de fuerza, de energía que haya en uno es esa única potencia.
Si uno intenta entender qué quiere decir Poten­cia Absoluta, y trata de estar en silencio frente a esto que entiende al decir Potencia Absoluta, entonces se produci­rá un vacío interior, un silencio interior, que será vacío y silencio del propio miedo. Es por ausencia de miedo, de lo acos­tumbrado, que sentiremos el vacío, porque, claro está, el vacío no existe; sólo existe el Absoluto. Pero la ausencia de nuestro miedo, al poder contemplar y al poder abrir nuestra mente y corazón a esa intuición del Poder Absoluto, eliminará nuestra creencia en el poder opuesto al Absoluto: en el miedo. Y, entonces, en este silencio que se produce es cuando podemos tratar de sembrar esa actitud interior que será la se­milla que se manifestará luego, que fructificará en nuestra vida exterior.
Experiencias que se tienen con profundidad, a veces siendo muy jóvenes, mar­can de una manera tan fuerte al individuo que persisten durante toda su existencia y van fijando modos reiterati­vos, no sólo de sentir, sino también de actuar y de provocar situaciones en el exterior. Por esto hoy en día se habla de la persona que tiene predisposición a los accidentes, y no sólo respecto a aquellos accidentes motivados por su mala habilidad personal, sino incluso a los que pueden ser producidos por causas aparentemente fortuitas. En cam­bio, de algunas personas decimos que las acompaña la buena suerte, que respiran prosperidad; está clarísimo que esta persona prosperará, porque pensamos que en ella hay algo que está exhalando este sentido positivo.
Todo esto son manifestaciones más o menos pequeñas de esta gran ley de la que estamos hablando: aquello que nosotros seamos capaces de vivir profundamente y mantener profundamente, aquello y no otra cosa es lo que se manifestará, lo que se concretará en nuestra vida total.
Quizás alguien se pregunte qué sentido tiene modifi­car las cosas. Bien, en realidad nosotros ya las estamos modificando siempre. El sentido de nuestra vida es vivir las cosas de un modo. Nosotros somos un modo; y a través de este modo hacemos pasar las cosas, hacemos pasar esa vida, esa conciencia. Nosotros estamos aquí para dar un modo a las cosas. Sólo que llega un momento en que podemos elegir el modo.
Nosotros no podemos inhibirnos del modo como son las cosas, las personas, las circunstancias. Esto puede ser el ideal de la persona que busca una paz celes­tial, una liberación -con la que sueña- de todo lo que es ilusión, donde no hay ningún problema, donde todo es felicidad. A esta persona le importará muy poco cómo sean las cosas y lo que pese en las cosas.
Existe, sí, existe ese país de hadas que llaman “ananda”existe realmente, y es nuestro patri­monio. Y lo tenemos que vivir, porque es la Realidad. Pero debemos vivirlo conjuntamente con todos los modos; no podemos dejar aparte nada. En este estado de felicidad y paz supremas se encuentran los modos más concretos, más elementales de la existencia. La Paz, la Realización está en contacto con los ambientes más des­graciados, más limitados de la existencia. Y mientras uno quiera buscar una “ananda”, una felicidad, una beatitud, dejando de mirar unos problemas, unas limitaciones, aunque estos se encuentren en el último rincón del mundo, uno simplemente está haciéndo­me trampa a sí mismo, está refugiándose en una reali­dad ficticia. Ese estado superior de Ser es, siempre, inclusivo.

Pero, claro, mientras nosotros estemos viviendo las cosas con este contraluz, con este contraste tan enorme entre lo que es desgraciado y lo que es dichoso, es lógico que tratemos de elegir lo que es dichoso y tratemos de re­chazar lo desgraciado.
En la medida en que en nuestro interior haya un foco realmente positivo, todo alrededor nuestro se irá convirtiendo en algo positivo. Inevitablemente. Aquí tenemos la consigna: debemos de vivir lo positivo, porque eso es lo que somos. Y eso positivo lo hemos de ir integrando, lo hemos de ir viviendo frente a todo lo aparentemente negativo. Y, gracias a esta presencia de lo positivo en nuestro interior frente a lo negativo que pueda existir, o aparecer, en lo exterior, se irán cambiando las cosas.
Gracias a la luz interior que podamos mantener clara, despierta, alta, frente a las tinie­blas exteriores, éstas se irán transformando en luz, y se irán iluminando las antorchas interiores de las demás personas.

Bloqueos Psicológicos en la Toma de Decisiones


os principales obstáculos o bloqueos psicológicos provocan perjuicios en todas las áreas vitales y, en especial, en el proceso de toma de decisiones. Son inconscientes, generalmente actúan juntos y se nutren unos a otros lo cual, no obstante, trae la ventaja de que al superar uno o varios de ellos se puede enfrentar a los demás.
Rubin (1986) presenta 17 bloqueos u obstáculos, a algunos de ellos les hemos cambiado un poco la denominación para facilitar su comprensión.

1. PÉRDIDA DE CONTACTO CON LOS PROPIOS SENTIMIENTOS:

Se refiere a la incapacidad para sentir y expresar sentimientos y emociones de amor, alegría, rabia, tristeza, miedo. Es un proceso inconsciente que comienza a edades muy tempranas y evoluciona progresivamente a medida que nos hacemos mayores.
Por lo general, surge en ambientes abiertamente hostiles y rechazantes, que sabotean el bienestar y la autoestima personal. Muchas veces se expresa a través de mensajes directos o indirectos del tipo "Los hombres no lloran" o "No te rías tan alto", por ejemplo.
"No quiero, no quiero // échamelo en el sombrero" es un dicho margariteño que revela la dificultad para expresar claramente que algo nos gusta o que lo anhelamos, que decimos una cosa pero hacemos otra. Todo lo contrario de "El que quiere besar busca la boca", que indica que la motivación nos impele a hacer algo.
En síntesis, en la medida en que desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos, saboteamos nuestro proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces el mismo es racional, no cabe duda de que el afecto ejerce un rol importante.

2. EVITACIÓN DE LOS PROBLEMAS Y DE LA ANSIEDAD, CON LA FINALIDAD DE NO EXPERIMENTAR SUFRIMIENTO:

El refrán "Más vale malo conocido que bueno por conocer" ilustra este obstáculo psicológico.
Las personas que lo sufren consideran que las opciones y elecciones, al ofrecer una posibilidad de cambio, constituyen una amenaza a la comodidad de lo que resulta familiar .
Es probable que cualquier intento de elección conlleve una carga enorme de ansiedad pero, en cuanto se comienza a adoptar decisiones por pequeñas que sean, la persona se da cuenta de que las terribles consecuencias que imaginaba no han ocurrido. Luego, cuando empieza a participar más activamente en su vida -y no como mero espectador- el compromiso ya no resulta tan amenazante y las escogencias se hacen más provechosas y más fáciles de realizar.

3. CARENCIA DE UNA ESCALA DE VALORES:

Alude al desconocimiento de las cosas que son importantes o no, lo cual incide en lo que apreciamos, cómo utilizamos nuestro tiempo y energía , cuál es nuestro estilo de vida y con qué clase de personas podemos vivir y trabajar.
No conocer nuestros valores es como si no los tuviéramos. Al evitar la elección se fortalece la carencia de valores con lo cual las elecciones se hacen cada vez más difíciles, creándose así un círculo vicioso. Por el contrario, cada vez que tomamos una decisión ordenamos los asuntos de nuestra vida de acuerdo con una determinada escala de valores o prioridades, se fortalece el conocimiento de la propia personalidad y se facilitan las escogencias posteriores.

4. ESCASA AUTOESTIMA O FALTA DE CONFIANZA EN SÍ MISMO:

La dificultad para escoger opciones -en especial cuando se salta constantemente de una alternativa a otra- se debe por lo general a la convicción inconsciente de que ninguna opción que se elige es suficientemente buena.

5. DESESPERANZA, DEPRESIÓN Y ANSIEDAD:

Las tres se presentan por lo general juntas, por lo que Rubin las llama "compañeras de viaje".
Cualquiera que sea su causa, identificarlas es prioritario ya que afectan no sólo la capacidad de seleccionar alternativas sino la salud mental en general. Tales problemas son síntomas de dificultades más profundas y muchas veces requieren de la ayuda profesional.

6. IDEALIZACIÓN O IMAGEN IRREAL DEL PROPIO YO:

Muchas personas con baja autoestima dibujan una imagen idealizada de sí mismas, lo que constituye una forma de compensación destinada a disimular y contrarrestar la desconfianza personal.
Sin embargo, tal actitud sólo disminuye la autoconfianza y obstaculiza el proceso de la toma de decisiones ya que ignorar y olvidar las cualidades reales y, por el contrario, actuar sobre la base de cualidades y talentos inexistentes, conduce a elecciones erróneas debido a que el juicio se encuentra distorsionado.

7. ANULACIÓN DEL PROPIO YO, DEPENDENCIA DE LOS DEMÁS Y NECESIDAD OBSESIVA DE AGRADAR:

Cada vez que renunciamos a tomar decisiones anulamos nuestro propio yo, lo que en la práctica se traduce en la evitación de los conflictos o el rechazo, para no llamar la atención. Esta forma de afrontar las situaciones de conflicto obstaculiza grandemente la conducta de elegir, ya que las decisiones que se toman tienden a evitar el éxito e incluso favorecen el fracaso, ya que éste atrae menos atención y provoca menos ansiedad.
En cuanto a la dependencia de los demás, destruye el proceso de escogencia puesto que se eligen las mismas opciones de los demás o se trata de que los demás lo hagan por nosotros.
Tener una necesidad obsesiva de agradar a los demás afecta enormemente la escogencia, debido a que no se satisfacen los propios gustos; en caso de que una decisión acertada desagrade a otros o sea impopular, la persona la desecha a favor de otra menos adecuada o se abstiene de elegir.

8. BÚSQUEDA OBSESIVA DEL RECONOCIMIENTO Y DEL PRIMER LUGAR:

La afición desmesurada por el reconocimiento da lugar a tomar decisiones erróneas que, a menudo, son la antítesis del éxito y la felicidad.
Las personas con este bloqueo quieren llamar la atención; prefieren ser admiradas antes que estimadas ya que su autoestima se basa en las habilidades y destrezas que poseen. Por debajo de la búsqueda del reconocimiento tienen escaso amor propio, lo que hace que se sientan obligadas a proteger éste. Como les asusta el fracaso y la humillación, evitan tomar decisiones que puedan poner en peligro su orgullo.

9. PERFECCIONISMO Y AFÁN DE TENERLO TODO:

Consiste en la creencia inconsciente de que hay situaciones y decisiones perfectas, lo cual conduce a demoras debido al deseo de tomar decisiones en condiciones perfectas para tener la seguridad de que el resultado también lo será. El temor al autodesprecio como consecuencia de obtener un resultado imperfecto, ejerce un efecto inhibidor y produce inacción.
Es importante aclarar que la búsqueda de la excelencia no es lo mismo que la búsqueda de perfección, ya que la primera tiene que adaptarse a criterios realistas; si no, se convierte en la justificación de necesidades perfeccionistas.
El afán de tenerlo todo es la creencia inconsciente de que se puede alcanzar un estado perfecto en el que estén incluídas todas las opciones y, por tanto, evitar las decisiones y los sacrificios. Este obstáculo conlleva más gasto de dinero, tiempo, energía y talento, y conduce al fracaso. El refrán “Más vale pájaro en mano que cien volando” ejemplifica la conducta alternativa más adecuada.

10. ESPERANZA DE COSAS MEJORES, ANHELO DE LO QUE NO SE TIENE, DESPRECIO POR LO QUE SE TIENE, Y VIVIR DE ILUSIONES:

Lo más característico de este obstáculo son las interminables demoras y esperas, lo cual destruye la posibilidad de elegir buenas opciones. Las víctimas de este bloqueo esperan una solución mágica que supere con creces todas las alternativas disponibles.
Anhelar permanentemente lo que no se tiene y despreciar lo que está al alcance puede originar una acentuada inactividad, lo cual hace que decisiones que se tomen –si no conllevan un auténtico compromiso- sean más bien actuaciones superficiales.
Por otra parte, las ilusiones obligan a vivir en un mundo imaginario y no tienen nada que ver con las ideas creativas que se podrían llevar a la práctica tomando decisiones acertadas. Como dice la canción “El que vive de ilusiones se muere de desengaños”.

11. VIVIR EN LA IMAGINACIÓN:

Estrechamente relacionado con vivir de ilusiones y la esperanza de cosas mejores. El hecho de vivir en la imaginación nace de profundas carencias y de la necesidad de obtener compensaciones. Es un bloqueo de la realidad que destruye el presente y elimina los goces de la existencia cotidiana, impidiendo el éxito en cualquier faceta de la vida.

12. TEMOR AL AUTODESPRECIO QUE PUEDA GENERARSE SI SE TOMA UNA DECISIÓN ERRÓNEA:

Las personas que padecen este bloqueo ponen a menudo de manifiesto una necesidad obsesiva de tener siempre la razón, en la que subyace una falta de autoconfianza. Al menor asomo de fracaso –por pequeño que sea- se autodesprecian severamente. Les asustan las decisiones y se ven en la imposibilidad de tomarlas por miedo a cometer algún error. Ello se debe a la acción conjunta del perfeccionismo, las esperanzas exageradas, la necesidad de reconocimiento y la anulación del yo, los cuales no dejan espacio para la aceptación de las limitaciones humanas y la probable escogencia de alternativas equivocadas.
Las víctimas de este bloqueo se infligen inconscientemente severos castigos en forma de depresiones, enfermedades psicosomáticas, propensión a accidentes, fracasos múltiples, relaciones destructivas, insomnio, problemas de apetito, y toda una variedad de aflicciones.

13. AUTOREPROCHES PROVOCADOS POR LAS EXIGENCIAS DESMEDIDAS:

Este bloqueo nace de las exigencias y los “contratos internos” que las personas acuerdan inconscientemente consigo mismas. Toma la forma de “debería”, “podría” y “querría”, utilizados como reproches o justificaciones posteriores a una conducta determinada. Por ejemplo: “Yo debería ser el más inteligente”, “Yo podría haber obtenido la mejor calificación”, “Yo querría haber ganado el concurso”.
Obstaculiza las decisiones, provocando un estado de parálisis y temor a romper los “contratos”. Además, puede convertirse en un hábito tan difícil de erradicar que hace que la toma de decisiones auténticas resulte imposible de realizar.

14. “CEGUERA” ANTE LAS DIVERSAS OPCIONES:

Para que exista una toma de decisión deben estar disponibles por lo menos dos opciones, pero la persona con este bloqueo no se da cuenta de las alternativas a su disposición. En la base de este obstáculo existe una idealización del yo y un temor a los conflictos, por lo que no se “ven” las opciones que entren en conflicto con esta imagen idealizada y se rechaza cualquiera que provoque perturbación y ansiedad.
Por lo general, ocurre cuando la persona se halla sometida a fuertes presiones, en períodos de crisis y en situaciones de estrés, lo cual hace necesario un aplazamiento provisional –hasta que la presión se haya reducido- que no tiene que convertirse en una justificación de interminables dilaciones.

15. TEMOR Y DISTORSIÓN DE LA PRESIÓN DEL TIEMPO:

La engañosa creencia de que no hay tiempo se utiliza a menudo con consecuencias negativas, ya que puede producirse una acentuada presión y una reacción de temor. Es uno de los principales obstáculos en el proceso de toma de decisiones, ya que impide hacer uso de los recursos personales que se necesitan para elegir una alternativa.
Cuando la persona consigue liberarse del agobio del tiempo, suele desaparecer la ansiedad y puede utilizar el tiempo provechosamente para analizar y sopesar las opciones, y para relajarse en caso necesario durante las distintas fases de una elección.

16. CRITERIOS ERRÓNEOS:

Un criterio acertado, es decir, la capacidad de evaluar las opciones de forma racional y provechosa, es muy importante para el éxito en la toma de decisiones. Por el contrario, un criterio erróneo con frecuencia se debe a un deficiente análisis y a un pobre desarrollo de las ideas. Los trastornos emocionales, la desesperación, la euforia, el estrés, y los estados mentales gravemente perturbados deterioran el criterio de las personas.
Todos los bloqueos discutidos ejercen, en mayor o menor medida, un efecto perjudicial sobre el criterio personal, cuya influencia es directamente proporcional a la intensidad de los mismos. El principal componente del criterio acertado es una visión objetiva de la realidad y de nosotros mismos, sin la cual nuestra percepción resultará sesgada, distorsionada.

17. FALTA DE INTEGRACIÓN INTERNA O GRAVE DESORGANIZACIÓN:

Las personas pueden pasar por períodos breves de trastornos emocionales, durante los cuales no es propicio hacer elecciones. Pero, cuando se producen trastornos tan pronunciados que conllevan pensamientos intrusos, intereses conflictivos, ausencia de un fuerte sentido del yo, carencia de una escala de valores, etc. que impiden la integración o cohesión de todos los aspectos de una situación, se impone un tratamiento que pueda influir en el desarrollo de una fuerza integradora madura. Esta permitirá que la persona sepa quién es y qué quiere realmente, estableciendo un orden de prioridades, antes de estar en condiciones de tomar auténticas decisiones.
En resumen, afirmábamos en un artículo anterior que para hacer una escogencia adecuada es necesario, entre otras cosas, recolectar, evaluar y analizar la información sobre nosotros mismos. Tal información integra no sólo los recursos o potencialidades sino también las dificultades o limitaciones.
Como hemos podido ver, una de las dificultades que impiden las decisiones son los bloqueos u obstáculos psicológicos. Como quiera que es casi imposible luchar contra un enemigo invisible o desconocido (como lo plantea Rubin) es necesario –mediante la autoexploración y autoanálisis- conocer los bloqueos, identificarlos y comprenderlos para actuar en consecuencia.
Ante una situación de toma de decisiones, algunas preguntas que nos hagamos podrían servir de guía para ayudar a su identificación: ¿qué siento en este momento?, ¿cómo afecta mi comodidad?, ¿cuáles cosas son importantes para mi?, ¿las opciones a mi disposición son suficientemente buenas?, ¿siento una ansiedad incontrolable?, ¿cuáles son mis cualidades reales?, ¿qué pasaría si mi elección no le gustara, por ejemplo, a mi padre?, ¿cómo me sentiré si me equivoco?, ¿le doy más importancia a lo que debería hacer que a lo que quiero hacer?, ¿estoy consciente de las diferentes alternativas a mi alcance?, ¿a menudo pienso que debo darme prisa?, ¿estoy analizando la realidad objetivamente?, entre otras.
Si se responde afirmativamente a estas preguntas, la persona puede darse cuenta de que está atrapada en algún (os) de los bloqueos, lo que constituye un primer paso para abandonar los hábitos negativos. Como no basta con la toma de conciencia, luego tendrá que empeñarse en un cambio que le permita el ejercicio de un comportamiento decisional más eficiente.
Sin embargo, cuando ello no es suficiente (porque la persona está desorganizada, cuando hay serios problemas de autoestima, cuando hay trastornos de sentimientos, pensamientos y emociones, cuando más que un problema de indecisión existe un problema de inseguridad, etc.) se requiere de la ayuda profesional que puede prestar el orientador, psicólogo, psiquiatra, o psicoterapeuta, quienes pueden realizar las intervenciones necesarias para corregir la problemática.

Métodos para tomar decisiones



Tanto en materia comercial, como en temas personales, nuestra vida se desarrolla en una secuencia de permanentes decisiones.
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La toma de decisiones equivocadas:
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Provoca frustración.
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Hace perder tiempo.
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Rebaja la moral.
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Debilita la disposición a esforzarse.
Da por resultado un mal desempeño.
Si deseamos tomar decisiones correctas es necesario minimizar el riesgo y observar una forma metódica que se basa en las siguientes pautas:
1 - Fijar Objetivos.
Identificar los objetivos es el paso más importante de todos. Una vez que pudo centrarse en su meta, decidir sobre cómo alcanzarla será mucho más fácil.
Hay dos tipos de objetivos de los que tiene que ser consciente:
Generales o mediatos, es decir, lo que se quiere lograr en el largo plazo.
Específicos o inmediatos, es decir, lo que se quiere lograr tomando una decisión particular.
Los objetivos crean un desafío y le dan a la actividad de la gente una orientación común.
Saber cuáles son los objetivos da libertad y claridad para tomar decisiones dentro de las responsabilidades que se tienen asignadas. Entonces se puede:
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Ver los problemas en perspectiva.
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Avanzar en la dirección correcta.
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Impedir desvíos por iniciativas irrelevantes e improductivas.
  
2 - Reunir Información.
El segundo paso del procedimiento de toma de decisiones es reunir la información que sirva para lograr los objetivos que se buscan alcanzar. Para que la información sirva tiene que ser:
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Relevante (Si dado que es irrelevante hace perder tiempo y oscurece datos vitales).
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Suficientemente detallada.
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Precisa.
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Completa.
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Oportuna.
Recuerde que siempre debe haber un equilibrio entre lo disponible y lo deseable.
Las preguntas "por qué", "quién", "qué", "cuándo", "dónde" y "cómo" representan una lista de control de las áreas que puede tener que investigar antes de tomar una decisión.
Hay dos tipos de información que puede necesitar, según la decisión que tenga que tomar:
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Información externa: es la que fluye desde el mundo exterior. Esta categoría incluye: Datos acerca de lo que se piensa hacer. Información que le da indicios acerca del futuro ambiente social, incluyendo datos acerca de la situación política, la economía y las tendencias sociales.
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Información interna: es la que se tiene e incluye: datos y cifras acerca de los planes y objetivos, acerca del desempeño y en relación con esos planes.
Hay tres fuentes principales de información para la toma de decisiones:
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Recursos humanos. La gente es probablemente su mejor fuente de información y la de más fácil acceso.
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Materiales escritos. Puede haber informes o libros que deba estudiar, artículos de publicaciones regulares, estadísticas, cartas o publicaciones.
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Fuentes informáticas. Esto incluye bases de datos, CD ROM e Internet.
No se puede tomar una acertada decisión antes de conocer todos los hechos acerca de la cuestión. Una vez que tenga claro los objetivos, obtenga información de alta calidad y de fuentes apropiadas.
3 - Identificar Opciones Alternativas.
Cuando se tiene que tomar una decisión, siempre es tentador elegir la opción más obvia. Pero muchas veces una de las respuestas menos evidentes es la que ayuda a alcanzar los objetivos deseados. Para poder tomar decisiones de modo efectivo hay que aprender a buscar bajo la superficie y descubrir ideas innovadoras. Cuando haya pensado en todas las opciones posibles, entonces sí, reduzca las alternativas sobre la base de los criterios de decisión.
A modo de sugerencia le decimos que:
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Nunca piense que agotó todas las posibilidades.
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Evalúe los factores condicionantes. ¿Son reales todos los condicionamientos?
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Deje a su mente en libertad. Use la imaginación para pensar más opciones.
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Asegúrese de no estar partiendo de supuestos innecesarios.
Encontrar nuevas ideas puede no ser tan difícil como parece, simplemente tiene que usar la imaginación. Pensar creativamente es una clave para generar opciones o soluciones nuevas y diferentes para los problemas. Pensar creativamente es la capacidad de ver problemas o situaciones de modo distinto, de verlos en una perspectiva diferente, desde otro ángulo, de costado, de atrás para adelante, incluso patas para arriba.
Ser innovador no es algo limitado a la gente capaz, entrenada, o "inteligente". Con el aliento y la oportunidad adecuada, la mayoría de la gente puede producir ideas originales. Sin embargo, si esto no le resulta fácil, como le sucede a la mayoría de las personas, puede recurrir a una serie de técnicas. Parece una contradicción pero se pueden usar herramientas sistemáticas y técnicas formales para generar ideas. O también puede recurrir a otra gente. No importa cuanto tiempo dedique una persona a pensar en un problema, tarde o temprano se acaban las ideas. Si hay otras mentes disponibles ¿por qué no recurrir a ellas?
Presentemos una breve descripción de dos técnicas valiosas que suelen usarse para la toma de decisiones o la resolución de problemas en forma creativa.
a) Tormenta de Ideas: la esencia de la tormenta de ideas es permitir a su imaginación actuar libremente. La idea es romper el molde del pensamiento dentro de límites estrechos. Puede aplicar este concepto aun sin ayuda de otra gente.
Las reglas del Tormenta de ideas son:
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El líder o facilitador fija el tono de la reunión y explica el problema o la decisión a tomar.
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Se alienta a los participantes a sugerir ideas relativas al problema o la situación con total libertad de pensamiento.
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El "escribiente" anota exactamente lo que dice la gente. Preferentemente en una pizarra.
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No se permite interrumpir ni hacer discusiones, dado que esto interrumpe el libre flujo de ideas y asociaciones.
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Cuando se completa la tormenta de ideas, se ordenan y evalúan todas las sugerencias. En este punto el grupo hace una lista reducida con las ideas que sean más adecuadas y que tengan mayor posibilidad de concretarse.
b) Escribir ideas: esta técnica es similar a la tormenta de ideas, siendo la diferencia que los participantes anotan sus ideas en un papel en vez de llevar un registro en una lista común. Esto es preferido por la gente a la que le gusta desarrollar sus propias ideas y se distrae trabajando en grupo. Como estimulo, se prepara una lista. Cuando los participantes se quedan sin ideas, pueden intercambiar su propia lista con la que estaba preparada.
Algunos grupos anotan cada rubro en una tarjeta. La ventaja de este sistema es que las tarjetas se pueden colocar en un pizarrón y agrupar fácilmente. Una vez que generaron y agruparon las ideas, el grupo avanza a la discusión y las desarrolla del mismo modo que se describió en la técnica de la tormenta de ideas.
4 - Evaluar Opciones.}
Una vez que ha generado varias opciones, el siguiente paso es evaluar las más adecuadas. Para las decisiones de rutina o urgentes, puede tener que hacer esta evaluación rápida y de modo informal, guiándose por su experiencia y sentido común. En cambio, para las decisiones más problemáticas que tendrán efecto significativo sobre su vida, le resultará útil abordar el proceso de evaluación de modo más sistemático. Podría intentar usar algunos de los siguientes criterios de evaluación:
Factibilidad: puede evaluar la factibilidad de una opción tomada en consideración:
Las capacidades requeridas para implementarla. ¿Tiene los conocimientos requeridos para manejar las consecuencias de una decisión en particular? ¿Tendría que desarrollar nuevas capacidades? ¿O tendría que contratar a gente que tenga las capacidades requeridas?
Los costos. Esto es a menudo el criterio de factibilidad más importante. Es necesario saber si se puede costear una opción particular antes de aceptar o rechazarla. Hay que tener en cuenta varios costos: Costos monetarios y no monetarios, aquí se consideran todo tipo de factores. Costos de oportunidad, los costos de adoptar una opción y no otra.
Aceptación: la aceptación es una opción que se da en la medida en que ésta responde a los objetivos originales de la decisión.
Riesgo: una de las maneras más directas de analizar los riesgos es simplemente evaluar el peor resultado posible de la opción. Esto suele llamarse evaluar el riesgo de "peor variante" de una opción. Si está dispuesto a aceptar las consecuencias de ese riesgo, puede seguir adelante con esa opción. Sí, por el contrario, decide que los resultados de "peor variante" serían demasiado graves como para soportarlos, lo mejor sería rechazar la opción.
5 - Elegir la mejor opción.
Uno de los pasos finales es elegir la mejor opción de la gama de soluciones o decisiones posibles que ha generado y evaluado. Las siguientes metodologías pueden ayudarlo con esta difícil tarea.
Evaluar los pro y los contra. Involucra enumerar las ventajas y desventajas de los distintos cursos de acción y luego elegir el que tiene las mayores ventajas.
Consensuar. Para alcanzar un consenso hay que producir una discusión hasta llegar a una decisión acordada. Este abordaje no funciona a menos que todos los participantes puedan decir lo que piensan; expresen honestamente lo que sienten y opinen; salgan de la reunión sintiendo que ha emergido una decisión como resultado de una discusión adecuada.
Votar. Este método se usa generalmente cuando es difícil llegar a un consenso. Sólo debe usarse si todos los presentes están dispuestos a cumplir con lo que se vote.
Negociar. Negociar es una manera de llegar a un acuerdo. Se puede usar cuando las partes que tienen puntos de vista opuestos han llegado a una decisión aceptable para ambos. Si adopta este método, debe apuntar a asegurarse que la parte que pierda en un área, se compense con ganancias en otra. El objetivo de la negociación es asegurarse de que ambas partes se sientan ganadoras.
Puede usar las siguientes preguntas como una lista de puntos a controlar al negociar:
¿Qué quiero lograr?
¿En qué estoy dispuesto a ceder?
¿Qué quiere lograr la otra parte?
¿Cómo puedo asegurarme que la otra parte logre algunas de las cosas que quiere?
Por último, antes de dar el paso final de hacer pública su decisión, verificar que:
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Está conforme y confía en esta decisión.
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Será aceptable para sus líderes.
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Será aceptable para sus colegas y los miembros de su grupo.
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No establece precedentes peligrosos para futuras decisiones.
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Ha tomado en cuenta todas las opciones.
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Ha pensado a fondo en todas las consecuencias de su decisión.
6 - Implementar y monitorear la decisión.
Tomar una decisión no es el fin del proceso. Hay que actuar y luego verificar si las cosas funcionan como se las pensó. Hay varios motivos por los que es importante monitorear los efectos de una decisión una vez que se ha implementado:
Monitorear una decisión hará que su acción sea lo más efectiva posible. Les demostrará a los demás que usted tomó seriamente la decisión y está decidido a hacer que funcione.
Las decisiones muchas veces tienen consecuencias no previstas. No se puede saber siempre cómo va a resultar una acción particular o si su elección final se demostrará correcta.
El monitoreo le permite aprender de sus errores así como de sus éxitos. La capacidad para la toma de decisiones se desarrolla con la experiencia, y el monitoreo lo ayuda a mejorar tales capacidades.
Nuestra vida transcurre en una secuencia de toma de decisiones diarias, ya sea con nosotros mismos, o bien para con nuestro entorno familiar o terceros.
También sabemos que, la mayoría de las veces, tomamos decisiones como podemos, y no como queremos.
Se trata de prevenir consecuencias, no aduciendo desconocimiento.

miércoles, 5 de octubre de 2011

No es lo mismo tomar decisiones buenas que tomar buenas decisiones.


Hay veces que una decisión que tomamos fue exitosa, y sin embargo quedamos inquietos, insatisfechos. Otra veces en cambio, la decisión no tuvo el resultado esperando y nos sentimos extrañamente felices. ¿Porque sucece esto?
No es lo mismo tomar decisiones buenas que tomar buenas decisiones.
Para el coaching el éxito no existe. El éxito es un juicio...y los juicios, ya lo vimos, pueden cambiar. Cambia de persona en persona, lo que es un exito para uno, no lo es para otro. Cambia en el tiempo, lo que antes fue un éxito hoy ya no lo es más. 
Decimos que una decisión fue buena (fijense que hablamos en pasado), cuando se supone que logramos- con éxito- lo que queríamos. Es decir, la bondad de la decisión, su factor de éxito, es un juicio a posteriori. Despues de los hechos. Por lo tanto, por definición no podemos afirmar en el presente que nuestra decisión es buena. Desde el punto de vista del éxito, en lo que respecta a nuestras decisiones, estamos condenados a la duda. Es parte de nuestra angustia existencial...¿como puedo saber si estoy tomando una decisión buena ?
No podemos. Pero si podemos tomar "buenas decisiones".
La buenas-decisiones, a diferencia de las decisiones-buenas, no estan supeditadas a un juicio futuro de éxito, su poder no reside en indicadores externos de logro.
Una buena decisión tiene que ver con el proceso de la toma de decisiones, y no sólo con sus resultados. Una buena decisión es presente, se realiza en el ahora. El factor de éxito tiene que ver con el grado de unidad, armonia que provoca en quien la toma y, por consiguiente con el nivel de sustentabilidad de su decisión. Implica darse el tiempo, escucharse a si mismo, aceptar todos nuestros juicios, abrirse a todos los resultados, no dejarse presionar, ser consistentes y coherentes con lo que sentimos y pensamos, considerar a los otros, preguntar, no dar por supuesto nada, chequear, etc, etc.
Si respetamos el "debido proceso"- como se diria en jerga judicial-el resultado puede no ser exactamente lo que queriamos (o creiamos querer) pero nos puede dejar mucho más satisfechos. Esto es asi, porque una buena decisión pone su mirada en nuestros valores, en aquello que queremos mantener y respetar en nosotros y en los otros. Y esta mirada requiere necesariamente de un proceso bien realizado, antes que un resultado determinado.
Puede que nuestra intención fuera enseñarle a nuestro hijo (a) un comportamiento, o lograr un resultado con nuestro jefe y nos damos cuenta que fracasamos rotundamente. No obtuvimos el éxito esperado, sin embargo respetamos el debido proceso, hicimos lo que- despues de todo el proceso de deliberación- consideramos mas integro.
Pero el éxito es un juicio y los juicios cambian....Puede que mas temprano que tarde nos dimos cuenta que lo que nuestro hijo (a) aprendio finalmente de nosotros es a tomar "buenas decisiones" y que ese es el mayor éxito imaginable.
Y bueno, nuestro jefe ya no es mas nuestro jefe, porque nos dimos cuenta que ese no era el trabajo que queriamos...y ahora estamos felices. El fracaso se convirtió en un éxito, gracias a una buena decisión.

Tomar buenas desiciones


Como emprendedores o dueños de nuestro negocio, debemos tomar decisiones constantemente.

No importa el tipo de decisión que sea, una simple decisión bien tomada podría significar el éxito, mientras que otra simple decisión mal tomada podría significar el fracaso.

Por lo que siempre debemos procurar tomar buenas decisiones, no importa el tipo o tamaño de éstas.

Y para tomar buenas decisiones, veamos a continuación una lista de 7 consejos que nos pueden ayudar en ello:

1. Meditar bien cada decisión

Cada vez que tengamos que tomar una decisión, no importa el tipo o tamaño de ésta, debemos analizarla y meditarla bien.

Si se trata de decisiones importantes, debemos recabar una mayor información y tomarnos un mayor tiempo para poder analizarlas.

Pero si se trata de decisiones rutinarias, no debemos tomarnos demasiado tiempo, y tener la capacidad para analizar y tomar decisiones rápidamente. Siempre confiando en nuestro buen juicio, nuestra experiencia y en nuestros instintos.

2. Tener en cuenta las consecuencias futuras

Muchas veces se toma una decisión pensando sólo en las consecuencias que ésta podría generar en el corto plazo, y no se toman muy en cuenta las consecuencias que podría generar en el futuro.

Por ejemplo, se elige incursionar en un determinado tipo de negocio, pensando en los rápidos beneficios que podría generar, dejando de lado otras oportunidades que tal vez no brinden rápidos beneficios, pero que en el futuro, a diferencia del primer caso, presentan buenas posibilidades de convertirse en grandes negocios.

Por lo tanto, la recomendación es que al tomar una decisión, no sólo debemos tener en cuenta las consecuencias inmediatas, sino también todas las consecuencias futuras que podría generar el tomar la decisión.

3. Evitar el “parálisis por análisis”

Cada vez que tomemos una decisión, debemos analizar y meditarla bien, pero sin caer en el exceso, es decir, sin tratar de preverlo o planificarlo todo.

Debemos saber que al tomar una decisión, por más que tratemos de evitarlo, siempre habrá cierto riesgo de que las cosas no sucedan tal como se esperan.

Por lo tanto, debemos evitar tratar de controlarlo todo y, en ocasiones, no seguir alargando por más tiempo la toma de la decisión, asumir cierto riesgo, y tomarla de una vez.

4. Confiar en los propios instintos

Para tomar buenas decisiones, debemos confiar en nuestro buen juicio, en nuestra experiencia, pero sobre todo, en nuestros instintos de empresario.

Nunca debemos obviar a nuestros instintos, ellos nos dirán cuándo una decisión es la correcta, y nos alertará cuándo una decisión que estamos a punto de tomar, no es la indicada.

5. No tomar una decisión si no estamos convencidos

Si estamos por tomar una decisión, pero dentro de nosotros no estamos muy seguros de que es la decisión correcta, entonces no debemos tomarla por ningún motivo.

No debemos forzar las decisiones, si no estamos seguros de que vamos a tomar la decisión correcta, debemos tomarnos un mayor tiempo, recabar más información, y no tomar una decisión hasta que estemos completamente seguros de ella.

6. No tomar decisiones en base a emociones

Si tomamos una decisión cuando estamos apurados, preocupados, molestos, tensos o nerviosos, es muy probable que la decisión que tomemos sea errada.

Lo recomendable en estos casos es no dejarse llevar por las emociones, esperar a recuperar la tranquilidad, y recién entonces tomar la decisión.

El estar tranquilos nos dará una mayor claridad y sabiduría para tomar la decisión correcta, y evitar cometer errores de los que más adelante podríamos arrepentirnos.

7. Delegar decisiones

En ocasiones delegar decisiones puede tener tus ventajas: puede que nos permita disponer de un mayor tiempo para realizar otras cosas más importantes, puede que nos permita motivar al trabajador a quien le deleguemos la decisión, o puede que nos permita tener mejores resultados, por ejemplo, si la persona a quien le delegamos la decisión, cuenta con una mayor información o experiencia en el tema en cuestión.

Delegar una decisión puede ser una buena alternativa, pero antes de ello, debemos siempre asegurarnos de que no sea necesario de que seamos nosotros quien tomemos la decisión, y de que la persona a quien se la vamos a delegar, tenga la capacidad necesaria para poder tomarla.